Lomas de Zamora: ¿De las primeras ciudades con luz eléctrica del
mundo?
Por Federico Gastón Guerra
La Plata - Foto: http://blogs.lanacion.com.ar
Si bien hoy el mote de
"Ciudad Luz" lo atesora París, la historia pudo haber sido otra si
Lomas de Zamora hubiera aceptado el alumbrado público eléctrico ofrecido por
Gumersindo de la Serna un 13 de octubre de 1887.
Pero el Concejo
Deliberante, luego de analizar la oferta, desestimó el ofrecimiento porque,
según cuenta el historiador Norberto Candaosa, "todavía el servicio
eléctrico no había sido aceptado por ciudades como Londres, Nueva York y
París".
La reunión legislativa
de aquellos días de fin de siglo XIX terminó bajo la convicción de que
"(era inviable el servicio) por ser muy elevado su costo y porque si aún
las ciudades más importantes del mundo no tenían alumbrado eléctrico: ¿podría
esta humilde municipalidad aventurarse en una empresa de tal naturaleza?".
Candaosa, en su
investigación "El alumbrado público: una historia oscura", remarca la
paradoja de ese tiempo en la cual finalmente se opta por no contratar el
servicio eléctrico pero, no obstante: "Cuatro días después de esta
decisión (el Concejo Deliberante) concede la concesión para alumbrado público a
gas a un costo mayor que nunca se ejecutará".
“En los Estados Unidos
fue rápida la adopción del alumbrado de arco. En 1890 había instaladas
alrededor de 130.000”, se lee en Breve
historia del alumbrado público donde se profundiza en fechas: “Jerez de la
Frontera y Haro, en 1890, fueron las primeras ciudades españolas en hacer uso
de alumbrado público por electricidad”.
Según esta
investigación, el único antecedente anterior al ofrecimiento de Lomas de Zamora
fue en la ciudad de Timișoara, Rumania, quedando como “la primera ciudad de la
Europa continental en contar con alumbrado público por electricidad. El 12 de
noviembre de 1884 instaló 731 lámparas”. Por su parte La Plata hacia 1883 se convirtió en la primera de América Latina en contar con iluminación eléctrica.
A kerosene
La crónica de las postrimerías
de 1800 sirve para detectar que este partido del conurbano tuvo todas las
facilidades para erigirse como imponente en su época. Y si bien es cierto que
la vida de aquel tiempo sonaba a urbe limitada en población, no puede decirse
lo mismo en cuanto a las obras edilicias básicas.
Ya en 1886 la avenida
Meeks gozaba de empedrado, convirtiéndose en la primera de la comuna. En 1888
se licitan los primeros pavimentos para las calles Laprida, desde la estación a
Manuel Castro (Maza); Hipólito Yrigoyen desde Laprida a Portela (Bulnes); por
esta hasta Manuel Castro; y Boedo desde Hipólito Yrigoyen hasta Manuel Castro.
Juan Luis Stoppini
agrega que la empresa Venafridda fue la beneficiaria de encarar ese proyecto.
Los lomenses no sólo
trabajaron desde siempre en el mejoramiento de las vías de comunicación sino
que, además, vieron como una obsesión tener sus sendas iluminadas.
Ya Esteban Adrogué,
presidente de la municipalidad a fines de la década 1860, había pedido a los
vecinos que instalen faroles al frente de sus casas con negocios para
encenderlos en noches sin luna.
Jorge Temperley fue el
primer iluminado de estas tierras, ya que el municipio le concede la facultad
de dar luz sobre las sombras en 1875 al Pueblo de La Paz (así se llamaba
primitivamente la ciudad de Lomas de Zamora) y Temperley con 100 faroles con
sus respectivas columnas a una valor de 136 pesos cada uno.
Pero finalmente en mayo
de ese año la luz llega de la mano de un tal Palazuelos. Este es el comienzo de
las privatizaciones eléctricas, ya que por esa vía llegaron las primeras
farolas.
Stoppini abunda en
detalles y precisa: "Ya en 1888 Lomas tenía iluminación en la vía pública.
Existían 12 faroles de arco voltaico de 1.500 bujías".
Primitivos intentos
El historiador Daniel Balmaceda en su blog sobre historias inesperadas detalla que "el dentista Juan Etchepareborda se entusiasmó con un sistema que se usaba en París: la iluminación eléctrica. De regreso a Buenos Aires, en el altillo de su casa instaló una especie de grupo electrógeno (en realidad, un equipo de gas hidrógeno, un arco voltaico y dos electrodos de carbón)".
Así, "la noche del 3 de septiembre de 1853 reunió a un grupo de científicos y les mostró cómo funcionaba. A la noche siguiente, repitió la prueba con otras personas, entre ellos, un periodista del diario La Tribuna que escribió: 'Es magnífico el efecto que produce sobre los muros de las casas, sobre los muebles y sobre los mismos rostros'. El dentista pionero soñaba con que cada casa tuviera su propia iluminación eléctrica. Sin embargo, nadie consideró que este tipo de luz derrotaría al gas".
Vacas lecheras
Basta leer dos
ordenanzas de fin de siglo XIX para entender por qué, equivocados o no, los
ediles lomenses ni soñaban con parecerse a París, Londres o Nueva York:
"Se prohíbe la instalación de colmenares en el radio de una legua desde la
Plaza Grigera; y queda prohibido conducir más de dos vacas lecheras por las
calles del pueblo, debiendo ir el conductor de a pie y llevarlas
acollaradas".
La historia marcó que
esta ciudad pudo ser pionera en iluminar con energía eléctrica la vida nocturna
de los vecinos: un puñado de almas que transitaban el silencioso suburbio que
nada tenía, aún, de urbe porteña.
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