Burzaco: Primera cuna de la bandera
En esta ciudad bonaerense se erigió en 1943 el primer
monumento a la enseña patria del país, 12 años antes que se levantara el de
Rosario a orillas del Paraná. Una historia de inmigrantes.
Imagen del Archivo General de la Nación
“El sol que nos
ilumina/ desde el centro de tu paño/ a todos nos da calor/ con su rayitos dorados”,
dice el poema “Celeste y blanca acuarela” de Mónica Tirabasso. Y con ese mismo
orgullo, cuenta la historia, los habitantes de una cosmopolita Burzaco -ubicada
a 22 kilómetros
al sur de la Capital Federal-
comenzaron a fines de la década del ’30 a pensar en un homenaje a nuestra
enseña patria. Y así sentaron las bases del primer monumento a la bandera del
país que se inauguró en 1943.
Silvana Rodríguez,
historiadora del partido de Almirante Brown y miembro del Instituto Histórico
Municipal de Lomas de Zamora cuenta: “En Burzaco, por esas cosas que tiene la
historia, confluyeron personas de diferentes lugares del mundo. Llegaron los
vascos con sus tambos, los japoneses, los polacos, los griegos, y por supuesto
los españoles e italianos. También arribaron argentinos del interior del país.
Todos buscaban un lugar donde instalarse, enamorados de ese ‘aire de campo’”.
Esas familias trajeron
sus costumbres y su idioma. “El primer lugar donde comenzó el proceso de fusión
fue la escuela, allí la maestra junto con el castellano y la matemática,
también les enseñó nuestras costumbres, nuestra ideología y nuestra patria.
Otros lugares de reunión fueron los clubes, las sociedades de fomento, las instituciones
barriales, muchas veces signadas por la mayoría de una u otra colectividad”,
escribió Rodríguez en un ensayo sobre monumentos de Almirante Brown.
Burzaco creció y se
consolidó en un verdadero crisol de idiosincrasias. Y de esa unión surgió, como
emblema la bandera nacional. Y de allí la necesidad de cobijarla en un
monumento para que desde lo alto observara los anhelos, sueños y esperanzas de
crecer en paz y unión fraterna.
Primeros pasos…
Así, en 1938 se
creó una comisión popular pro monumento presidida por el Teniente Coronel Saúl
Pardo e integrada por otros vecinos de Burzaco como Pedro Legris, Rene Vallo,
Miguel Crowford, Claudio Sempere, Francisco Blumetti, Federico Fonseca y Raúl
Taramasco. Además, se sumaron pobladores de otras localidades como del partido
de San Vicente.
Llenos de
entusiasmo, el 25 de mayo de ese año se colocó la piedra fundamental en la plaza
Manuel Belgrano de Burzaco. La realización del monumento se encomendó a dos
vecinos del lugar: Claudio León Sempere -escultor-, y Francisco Blumetti, -constructor-
La comisión que se
creó en 1938 fue la encargada de llevar el proyecto adelante y de reunir los
fondos para su realización. Todos los vecinos e instituciones de Almirante
Brown colaboraron con efectivo o materiales para la construcción.
Este monumento fue
oficialmente inaugurado el 25 de julio de 1943. “Con anterioridad a esta fecha
existieron dos monumentos a la bandera, de los que se tiene conocimiento, uno
en Salta -realizado por Lola Mora- y otro en Rosario -a orillas del Paraná-,
ambos por diversos motivos no permanecieron en el tiempo. El actual monumento a
la bandera de Rosario -del escultor argentino Alfredo Bigatti-, fue inaugurado
en 1957. Por estas razones el de Burzaco es el primero del país”, explicó la
historiadora.
Actualmente está en
el centro de la plaza Belgrano mide 23 metros , está revestido en mármol travertino
de Mendoza y en la parte superior se encuentran dos cóndores de bronce que
custodian la enseña patria. Los cóndores que fueron realizados por el escultor
Claudio León Sempere y fundidos en la Base Naval Río Santiago, miden 1,80 metros de alto. Su
interior está destinado a un templete -estructura circular o semicircular- con un sótano de iguales dimensiones en el que
se guarda el cofre con la bandera de ceremonias realizado en madera italiana
que perteneciera al Acorazado Almirante Brown.
Con el orgullo de
aquellos primeros vecino, Susana Lazarte, maestra de una escuela cercana al
monumento, y rodeada de chicos de tercer grado, repetía a sus alumnos al mirar
flamear a la bandera: “Tienen que cuidarla y respetarla. Es ella un emblema que
nos une como argentinos, y es por eso que le debemos admiración, fidelidad y el
compromiso de quererla siempre”.
Sempere: Murió sin ver su máxima creación
Silvana Rodríguez,
investigó, además, la vida del escultor Claudio León Sempere. De allí se
desprende que nació el 11 de abril de 1896 en San Antonio de Areco, hijo de
valencianos, de joven fue junto a sus padres a Valencia donde estudió escultura
en la Real Academia
de San Carlos y aún siendo adolescente obtuvo premios en diversos salones de
España.
En el país obtuvo
el 2º premio del Salón Nacional de 1919, -el 1º premio fue declarado desierto-,
con su obra “Senectud”. En 1920 el Museo Nacional de Bellas Artes, adquiere
otra de sus obras: “Primeras pieles”.
De 1939 a 1940 fue nombrado en
la ciudad de Buenos Aires vocal de la Junta Asesora de Museos.
En Burzaco fue
miembro fundador de la
Sociedad de Fomento Burzaco Este y desde allí propició la promulgación
de la ordenanza que pone nombre de artistas argentinos a las calles del barrio.
Fue profesor en el
Colegio Nacional Almirante Brown, Escuelas Raggio y la Escuela de Mecánica de la Armada.
Algunas de sus
obras son: el busto de Olegario V. Andrade, que se encuentra en el Roseda
–Capital Federal-; la escultura de Vicente López en la plaza principal de
Olivos; Monumento a Hipólito Yrigoyen, en San Antonio de Areco –Buenos Aires- y
el busto del Dr. Gismondi para el Hospital Lucio Meléndez de Almirante Brown.
Estaba casado con
Oka Ovejero, también escultora, con quien compartía su taller en Burzaco. Murió
el 15 de octubre de 1942 sin poder ver inaugurado el monumento a la bandera,
para el cual había proyectado algunas alegorías que hubieran sido colocadas en
la base del mismo en ambos laterales. La calle donde él vivía fue renombrada
como Claudio León Sempere, en su homenaje.
Belgranianos
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