El Sur: un aleph borgeano
Ha sido Borges un enamorado de la zona Sur. Sus obras
siempre reflejaron estas tierras, donde ubicó sus cuentos de pendencieros.
Por Federico Guerra
Foto agencia TELAM
"--Hablemos de
esas mitologías de compadres y caudillos.
--Yo no creo que
corresponda a Adrogué sino a Palermo o a Turdera. Como la famosa familia de los
Iberra ".
Este pequeño
diálogo se da entre la desaparecida revista Sur Semanario y el escritor Jorge
Luis Borges.
Ha sido sin duda
alguna este hombre de las letras uno de los escritores más interesantes que
hayan pasado por la literatura nacional. Cada cuento o línea de Borges tenía
aroma a malevaje. Por esto, en el poema "El Tango", no duda en
calificar a nuestros compadritos como "hombres del cuchillo y el coraje
".
Tal vez la síntesis
perfecta de lo reflejado por el ganador del Premio Cervantes hayan sido los
Iberra, así, a secas y con todo el afecto con el que antiguos vecinos recuerdan
a estos hermanos. Afectos de ira, de ternura o de simple leyenda de un Turdera
de la Costa Brava
y el camino de Las Tropas.
Adrogué. De estas tierras emanaron sus mejores cuentos.
"En su niñez
solía (Jorge Luis Borges) pasar los veranos en esta ciudad (Adrogué). En 1977
Ediciones Adrogué publicó su libro "Adrogué", con ilustraciones de su
hermana Norah", se lee en la colección Clarín sobre el Partido de
Almirante Brown.
El gran escritor
tuvo siempre esa sensibilidad por el Sur, sus aromas y sus paisajes.
De allí surge que
como una profunda mimetización con su terruño, escribió en el poema "El
sur" (igual título para el cuento): "Desde uno de tus patios haber
mirado / las antiguas estrellas, / desde el banco de la sombra haber mirado /
esas luces dispersas / que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar / ni a
ordenar en constelaciones, / haber sentido el círculo del agua / en el secreto
aljibe, / el olor al jazmín y la madreselva, / el silencio del pájaro dormido,
/ el arco del zaguán, la humedad, / esas cosas, acaso, son el poema."
Y no sólo esos
indicios guiñaron. Además, por Adrogué, gestó esos senderos que se bifurcan y
que, según él, son "una enorme adivinanza, o parábola, cuyo tema es el
tiempo; esa causa recóndita le prohíbe la mención de su nombre".
En este segmento de
"El Jardín de los senderos que se bifurcan", de su mítico libro
Ficciones, podemos rastrear unas líneas más acerca del profundo apego que sobre
él marcó Adrogué y ese halo de misterio que él mismo entregaba: "Omitir
siempre una palabra, recurrir a metáforas ineptas y a perífrasis videntes, es quizá
el modo más enfático de indicarla".
La periodista
Sandra Comiso precisa que "fue en una quinta de la calle Macías donde
(Jorge Luis Borges) pasó interminables tardes de la infancia junto a su hermana
Norah, y fue también allí (Adrogué) donde vivió junto a su madre, Leonor
Acevedo, ya viuda, en una sencilla casa de Diagonal Brown 301, durante la
década del 40".
"Y fue en el
Hotel «La Delicia »
--amplia Comisso--, uno de sus lugares favoritos, donde solía cenar con amigos.
Adrogué tuvo mucho que ver en el contenido y continente de su literatura."
Intrusa
"La
intrusa" es otro de los relatos en el cual el maestro de las letras toca
el tema de las mujeres fáciles, los prostíbulos sucios de la zona de Morón y la
escenografía principal de un Turdera sombrío, en el seno de una casa a orillas
de las vías junto al puente de ladrillos que aún hoy se conserva tal como
entonces en la intersección de las vías del ferrocarril Roca y la avenida
General Frías, en el límite de Turdera, Llavallol y Adrogué.
Juan Muraña,
Jacinto Chiclana y tantos otros pendencieros de zonas oscuras subsumidas en
callejuelas angostas y tierra por doquier; ganado cimarrón, ombúes a la
distancia y ranchos de adobe y paja, era lo que completaba el montaje de
caballos y relatos del narrador de historias pendencieras que descansa en
Ginebra.
Así, ese Borges
fatal --de quien los santos se apiaden-- dejó su obra dedicada a aquellos que
tiñeron con honor cada duelo del Sur y que le dieron tinta para que dejara en
sus libros todas y cada una de las expresiones del hombre guapo, pero guapo en
serio.
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