Temperley: cuna de
británicos de la Argentina
Por Federico Gastón Guerra
Barrio Ingles de Temperley - Villa Grampa.
Foto de: http://deco-marce.blogspot.com/2016/08/villa-grampa.html
El Barrio Inglés está a menos de 20
kilómetros de la Capital. La zona comenzó a poblarse con la llegada del
ferrocarril. Aquí vivieron Nicolás Avellaneda, siendo presidente de la Nación,
y el Teniente General Pablo Riccheri, ministro de Guerra
en el gobierno de Julio Argentino Roca. Aún conserva calles adoquinadas y
mansiones de la época.
El Barrio Ingles de
Temperley, a 18 kilómetros al sur de Capital Federal, parece detenido en el
tiempo: calles arboladas, adoquines, mansiones y casas de té, marcan que aún
las costumbres británicas están presentes en este lugar del Gran Buenos Aires.
La llegada de ingleses,
escoceses, irlandeses y galeses data de 1826 cuando Parish Robertson los trajo
a la colonia agrícola Santa Catalina, muy cerca de estas tierras. Más tarde los
funcionarios y obreros del Ferrocarril Sud (luego General Roca) también
instalaron allí sus casas quintas y chales.
La zona creció y se
consolidó con las grandes inversiones ferroviarias a partir de 1865. El lugar,
una zona alta de muy buen clima y grandes arboledas, fue clave para que la vida
británica se afinque en costumbres y tradiciones.
De a poco la comunidad
construyó colegios, templos, clubes sociales e instituciones deportivas.
Además, diagramaron una forestación única que todavía puede disfrutarse. Luis
Letizia, historiador, miembro del instituto Histórico Municipal de Lomas de
Zamora, describe que “en el sector comprendido por las calles Virrey Santiago de Liniers,
General Tomás Guido, General José María Paz y la avenida Francisco Meeks
hay una forestación importante y variada
en ciertos sectores del recorrido donde pueden apreciarse palmeras
washingtonianas, coníferas de distintas especies, cedros y como arbolado urbano
el infaltable plátano, los fresnos, acacias, jacarandá, araucarias excelsa y
ligustros”.
De las primeras familias
surgen los apellidos Cook, Gibson, Cowes, Right, Anderson, Brown. Leticia explica que “se afincaron muchos
ingleses como el arquitecto James Smith, el ingeniero en jefe del Ferrocarril
Sud, Douglas Purdon; James Duncan, funcionario relacionado al ferrocarril; el
médico del Hospital Británico, Owen Elder, en un chalet construido por el
arquitecto James Smith; Reginal Pentreh que fuera gerente del Banco
Anglo-Sudamericano, entre otros”.
Las quintas fueron trocando
en chales de estilo inglés. Gran parte de estos fueron diseñados y construidos
por el ingeniero James Smith y John Mitchel quienes habían edificado las
estaciones de Banfield, Lomas de Zamora y Temperley.
Villa
Grampa, erigida hacia 1910, es una de las casonas más característica del
barrio. Fue utilizada en ocasiones como set de filmación tanto para cine como
para televisión. Es la reproducción
exacta de una villa italiana: la planta baja tiene seis habitaciones, un
baño y una cocina; arriba tiene ocho habitaciones y dos baños. Está rodeada de
añosos árboles y de un jardín extenso y diagramado.
Otra de las residencias que
sobresale es la que perteneció al Teniente General Pablo Riccheri
autor de la ley del Servicio Militar Obligatorio, organizador del ejército y
ministro de Guerra en el gobierno de Julio Argentino. Actualmente el predio
pertenece a un colegio privado, conservando parte del espacio ocupado por el
militar.
El barrio inglés, está
delimitado por las calles Meeks, Garibaldi, Liniers y la avenida Hipólito
Yrigoyen y por esas cuadras, pero en 1877, vivió el presidente Nicolás
Avellaneda. El jefe de Estado le compró
la casa quinta a Jorge Temperley (ver recuadro), un predio que tenia varias
manzanas y estaba muy cerca de la antigua estación ferroviaria que era
utilizada por el primer mandatario para desplazarse hacia la Capital Federal.
La
vivienda contaba con dos patios. La sala y el comedor eran espacios amplios con
cielos rasos revestidos de lienzo y muros pintados. La sala tenía piso de
madera y un gran espejo de marco dorado, además de sillas y sillones de paja;
la iluminación era con una lámpara de kerosene con dos luces.
El
investigador Jorge Gualco en su libro “Temperley, su historia y su gente”,
describe que el comedor, como correspondía
a la numerosa familia del Presidente, tenía una mesa de caoba para doce
personas con aparador de caoba y mármol, un sofá, una mesa de ajedrez y un
sillón junto a otros muebles. Tenía también en el comedor una estufa de
chimenea, un espejo, un reloj de pared, una araña de dos luces, candeleros con
fanal y una vajilla que entre otras piezas, incluía dos docenas de platitos de cristal pata helados, todo un lujo para la
época.
Templos
De
a poco, los grandes terrenos se fueron dividiendo luego de 1871 cuando la
fiebre amarilla provocó la muerte en distintas zonas de la Capital Federal. No
obstante la idiosincrasia del lugar no se vio mayormente alterada, por eso que
en 1911 inmigrantes escoceses construyeron la iglesia Presbiteriana San Andrés,
una de las pocas aún existentes. Se inauguró en 1913 y fue encargada en los
trazos a los arquitectos Smith y Collcutt.
En un trabajo de los arquitectos Nilda
Carbone, Jorge Higa y Marta Lazzari se lee que la iglesia es de características
románticas austeras manteniendo el espíritu de culto. Posee tres vitreaux y un
rosetón pequeño en la parte superior.
A pocas cuadras, está el templo católico
Nuestra Señora de la Piedad inaugurado el 26 de junio de 1931, a instancias de
Monseñor Alberti: posee una gran belleza arquitectónica tanto interior como
exterior. En el Ateneo Parroquial se desarrollan diversas actividades.
Muy a pesar de los esfuerzos de la conservación
ya muchas fachadas no son parecidas
a las primeras ni los carros recorren al galope el adoquinado de sus
calles, pero aun así el Barrio Inglés se muestra envuelto en un halo en el que
el tiempo a detenido su marcha y sus recuerdos.
Una ciudad a la
vera del ferrocarril
El
16 de octubre de 1870, Jorge Temperley realizó la división de sus tierras y a
partir de ese día comenzaría a gestarse la ciudad de Temperley, a escasos 20
kilómetros al sur de Capital Federal, partido de Lomas de Zamora.
La historia cuenta que hacia
1854 un inglés de apellido Temperley y de profesión comerciante, adquiría unas
tierras delimitadas por las hoy calles Dorrego, Lavalle, Juncal, Avenida
Almirante Brown, Eva Perón y 9 de Julio. La propiedad se la había comprado a la
familia Marenco.
La quinta era una de las más
lujosas del Río de la Plata. El arquitecto Alberto De Paula escribió en un
trabajo sobre Temperley lo que un manual turístico decía en 1869: “La quinta
del señor Temperley es de lo más agradable que pueda imaginarse: de puro estilo
inglés, con hermosos parques a través de los cuales pasa el ferrocarril: debido
a esto se ha valorizado mucho dicha propiedad. El señor Temperley está un poco
más allá de la estación a la derecha (...) “. Finalmente, la chacra es
dividida totalmente para dar paso al nuevo pueblo.
“Remate clandestino”
Antes de concretar el
pueblo, Temperley pensó en la necesidad de una estación de ferrocarril. Por
esto el propietario de la tierra le pidió al Ferrocarril Sud que se establezca
una estación en esos solares. La empresa le denegó el pedido ya que veían
inútil tal gasto ya que la estación de Lomas estaba a un kilómetro de allí.
A esta negativa, Jorge
Temperley volvió a insistir pero esta vez fue más precavido: no sólo donó las
tierras y los materiales para la parada ferroviaria sino que además dijo que en
breve nacería un nuevo poblado en esas tierras vírgenes. Esta vez la estación
se construyó y el nombre elegido fue Temperley al habilitarse oficialmente el 1
de enero de 1871.
Con todo preparado
comenzaron los anuncios, acerca del remate que se haría el 16 de octubre de
1870.
Según consta en el libro
sobre la historia de Temperley de los historiadores Gualco y De Paula los
anuncios del remate decían: “Venderemos a la más alta postura y sin retirar,
los 139 lotes de terreno marcados en el plano, garantizamos al público que la
posición de los terrenos es de lo más lindo y lo más pintoresco y alto de
Lomas. (...) Tren expreso gratis de ida y vuelta. Sale de la Estación Lima a
las 10.30 AM y el viaje dura media hora. Almuerzo a las once. Remate a las
doce“, la firma de este escrito correspondía a la Inmobiliaria Rodríguez
Larrazabal y Cía.
El remate de tierras fue un
éxito, aunque faltaba un detalle: no se le había dado aviso al municipio de
este proyecto y el naciente pueblo no contaba en su trazado con un “centro
cívico” bien formado; a raíz de esto en 1872 se efectúa una denuncia en el
Concejo Deliberante acerca de la clandestinidad de aquel remate.
Ya algunos años después Temperley
se oficializaba y el episodio quedaría para el anecdotario.
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