Brandsen

Obligado: un pueblo al que ya no le queda ni las vías del tren

Se encuentra a 70 Km. de la Capital Federal. De la estación del ferrocarril aún quedan algunos vestigios. Quedan un par de casas y algunas historias. Quedó sin servicio en 1961.

Por Federico Gastón Guerra

Llegar a Obligado es como acercarse a un paraje en medio de la pampa Argentina o como encontrarse en algún sitio perdido. Este pequeño poblado se encuentra a 70 Kilómetros de la Capital Federal y unos diez al Este de Brandsen (al sur de la provincia de Buenos Aires), y ya no le queda ni el cartel de la estación que funcionó por última en 1961. 

En la historia de los ferrocarriles se puede encontrar que en 1890 se instalaba, junto con el auge ferroviario, el ramal Brandsen - La Plata, y que su construcción era paralela a la ruta 29. Este paraje pasa a tener este nombre en homenaje a Pastor Obligado quien fue el primer gobernador constitucional de la provincia de Buenos Aires. Fue, además, diputado y senador bonaerense.

También era parador intermedio del Ferrocarril Provincial de Buenos Aires en los servicios interurbanos y de carga que llegaban de la capital provincial, Mira Pampa, Loma Negra y Azul. Todo se desactivó hacia 1961.Recibía el código 8907 y era parte del ramal P del Ferrocarril General Belgrano

Pero hace ya algunos años en una de esas tantas políticas de reestructuración ferroviaria el ramal dejó de funcionar y el pueblo comenzó su debacle: una interminable caída que lo dejó sólo con algunas casas y un puñado de hombres que siguen peleándola sin el tren.

"Las estaciones ferroviarias crearon vida en torno con la misma fuerza progenitora de un puerto de aguas mansas", escribió Raúl Scalabrini Ortiz en la "Historia de los Ferrocarriles Argentinos". 

Pero Ortiz en ese mismo libro aclaró que "como toda creación humana, el ferrocarril tuvo su reverso antipático y pernicioso", casi como una premonición de estos días.

Esta línea férrea tenía características rurales. En él se transportaba desde la leche de los tambos cercanos hasta las tropas de reseros que esperaban el convoy desde temprano. La primer parada del tren, desde que salía de Brandsen, era Obligado.

El paraje gozaba, como todos los hechos por ese entonces por el ferrocarril Provincial, con un galpón de cargas, la casa del jefe de estación, una arboleda espesa y un tanque de agua donde la locomotora bebía gran cantidad de litros para poder seguir su marcha.

Siempre la pulpería...

En este pueblo la pulpería se consolidó a fuerza de campesinos que en la espera del tren se quedaban durante horas charlando sobre anécdotas camperas e historias que hoy podrían nutrir hasta al más exigente cuento de cosas tierra adentro.

Mientras el almacenero hacía los paquetes, una grapa en esas mesas sin manteles era la compañía ideal que se complementaba con charlas mano a mano con otos hombres que deambulaban por el local.

"De ladrillo, madera, chapa e incluso de lata o cartón estas 'empresas' predominantemente familiares son un agregado (despacho de bebidas) al almacén de comestible", explica Sandra Gayol en el libro "Historia de la vida privada en la Argentina". 

Además, Gayol precisa: "La precariedad edilicia general y homogenizadora de una profunda diversidad llevó rápidamente a asociarlos con 'recintos malolientes' ".

Eran tiempos en los cuáles todo se vendía suelto: desde el aceite hasta el vino, el azúcar se envolvía en papel madera y la yerba, en bolsitas de arpillera. Un trato amable entre el almacenero y el cliente era lo que amigaba al comprador y vendedor en esos años de casas sin ochava y palenques para atar los caballos en la puerta de cada despacho.

El panorama es hoy muy distinto: pareciera que el tiempo se detuvo y que el progreso no ha de llegar a este caserío de la provincia de Buenos Aires.  Ahora en la vieja estación ya no hay carga ni descarga ni tampoco música a rechino de fierro. Y no lo habrá más: se levantaron las vías férreas. “En su predio funciona una escuela”, se lee en el blog Vías Paralelas que refleja parajes bonaerenses.

"Los caminos de hierro no son solamente una conveniencia para el país, sino que se hacen necesario para su propia existencia", expusieron los diputados nacionales en 1862 al debatirse los cimientos del ferrocarril.    

Una pobladora expresó con vos entrecortada: "Aún escucho el sonido a máquina de vapor humeando y la campana tocada por el jefe, aún creo oír el ruido, pero miro y es un auto que pasa por la ruta 29".

Sólo en el recuerdo queda lo expresado por William Rögind en 1937, al escribir la "Historia del Ferrocarril Sud": "El silbato de la locomotora se hizo cada vez más frecuente, más conocido y más querido: los ramales ferroviarios, como tentáculos, se extendieron por todos los confines del territorio".

Obligado es hoy un par de recuerdos, algunas pocas viviendas y muchos sueños que quedaron truncos: como los de ser una ciudad o un poblado grande.

Sueños de ser grande... pero al lado de ferrocarril.

Ilustración de: http://viasparalelas.blogspot.com.ar/



                                                                                                                  

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